Los 60 adolescentes ucranianos al cuidado de Malki Bukeit se han enfrentado a cosas que la mayoría de nosotros ni siquiera podemos imaginar.
Sus padres no podían cuidar de ellos, así que iban de un hogar de acogida a otro. Muchos sufrieron malos tratos o abandono. Y entonces su país entró en guerra.
«Proceden de entornos muy difíciles», dijo Malki, que dirige una Casa de Niños con su marido, el rabino Zalman Bukiet, y se ocupa de estos huérfanos. «Sus padres no pueden ocuparse de ellos por diversas razones. En Ucrania vivían en una casa de acogida con nosotros».
Visitaban a sus familias durante todo el año, pero les resultaba difícil estar allí. Cuando empezó la guerra en Ucrania, los Bukiets se las arreglaron para rescatar a los huérfanos y llevarlos a Israel.
«Nos ocupamos de todo lo que necesitan aquí en Israel», dijo, incluido alojamiento, educación, ropa, atención médica y terapia durante el último año.
Bajo el cuidado de los Bukiets, Shana, de 14 años, pasó de estar gravemente deprimida y retraída a amar su vida.
«Hice muy buenos amigos», dijo Shana entre lágrimas tras la ceremonia de graduación de la escuela secundaria. «Me encantaba mi escuela. Mi vida es tan diferente ahora».
Malki se emociona visiblemente al ver los frutos de su trabajo.
«Al oír estas palabras de ella, dije: ‘vaya, se siente conectada’. Por supuesto, no nos deja, pero es una transición», dijo Malki.
Malki y su marido intentaron convencer a las familias de los niños de que vinieran también a Israel, para que no tuvieran que permanecer en la Ucrania devastada por la guerra y pudieran seguir viendo a sus hijos. Algunas de las madres vinieron, pero la mayoría no. Así que los niños no tienen familiares en Israel.
«La adaptación es muy dura, el idioma y la cultura, no pudieron prepararse, fue repentino. Estalló una guerra y cogimos una pequeña bolsa y huimos».