por Yoni Schwartzman
Ayer se celebró el 54 aniversario de la reunificación de Jerusalén. La festividad inspiró cantos y danzas y sentidas plegarias en las calles de Sión. Vinieron personas de todo el país, vestidas con los colores azul y blanco de la nación, para celebrar esta auspiciosa ocasión. Se pusieron banderas israelíes, las ondearon e incluso se pintaron en las caras de miles de niños que acudieron a la Ciudad Vieja de Jerusalén para celebrar su retorno al Pueblo Judío.
Por desgracia, hay muchos que desean destruir Israel y los valores judeocristianos pacíficos y profundamente religiosos que representa. La paz, shalom en hebreo, ha sido sinónimo de la ciudad de Jerusalén desde los tiempos bíblicos. Como el propio rey David escribió en el Salmo 122:6
«Rezad por el bienestar y la paz de Jerusalén; que los que os aman estén en paz»
Estos terroristas prendieron fuego al Monte del Templo en un intento fallido de disparar incendiarios contra los fieles que habían acudido a rezar al Muro Occidental. Nunca se había producido un incendio semejante en el Monte Moriah desde el año 70 de la era cristiana, cuando los romanos destruyeron el Segundo Templo. En su inmoral lucha por frustrar a la nación de Israel, estos terroristas palestinos destruyeron gran parte de los otrora hermosos cipreses del Monte del Templo y pusieron en peligro tanto sus propias vidas como las de los peregrinos judíos que se encontraban en las inmediaciones.