Protege hoy a los no nacidos de Israel

Cuando Leah se enteró de que volvía a estar embarazada, ya estaba cuidando a cinco niños pequeños: tres niños vivarachos y dos bebés gemelos de sólo ocho meses.

Luego llegó el mayor shock: estaba embarazada de gemelos otra vez. Los gastos en pañales, leche maternizada y ropa ya eran abrumadores, y la idea de duplicarlos parecía imposible. Durante meses, ella y su marido apenas hablaron del embarazo. Era demasiado pesado para afrontarlo.

Con la ayuda de Dios, el ánimo y el apoyo de los demás, y el recuerdo de que cada niño es una bendición, su miedo empezó a disiparse.

Cuando nacieron sus preciosas gemelas, supo que todos los retos y sacrificios habían merecido la pena. Hoy alaba a Dios por las bendiciones que una vez pensó que no podría soportar.