Nadav y Bat-El se conocieron en el instituto, en la ciudad samaritana de Karnei Shomron. Compartían el amor por el corazón bíblico de Israel, la equitación y el uno por el otro.
Tras terminar su servicio en las FDI hace cuatro años y medio, los novios del instituto se casaron. Mientras debatían dónde establecerse, un amigo les comunicó una noticia inquietante.
Había una gran extensión de tierra en Samaria que pertenecía al Estado de Israel. Incluía varias colinas y valles a lo largo de muchos kilómetros cuadrados. Desde la colina más alta se veían las ciudades costeras de Haifa, Hadera, Zichron Yaakov y Netanya.
Agentes de la Autoridad Palestina habían intentado robar y colonizar esta tierra. Cuando los árabes roban tierras, no las devuelven. Y lo que es peor, la utilizan para promover sus objetivos terroristas. Desde esa colina tan alta, podrían incluso lanzar ataques con cohetes contra las ciudades costeras, Dios no lo quiera.
Entonces llegó la buena noticia: el gobierno israelí buscaba parejas jóvenes y valientes para asentarse en aquella tierra.
Como profetas, Nadav y Bat-El conocieron de repente su vocación.
Motivados por su profundo amor a Tierra Santa, instalaron una pequeña casa móvil en la cima de la colina más alta y empezaron a construir una granja. Su hija Devash Tzion (Miel de Sión) nació un año después.
Han sido cuatro años difíciles. Han soportado veranos calurosos e inviernos gélidos. El primer año en la granja, ¡vivieron sin agua corriente ni electricidad!
También existe el peligro de que los árabes locales y sus partidarios de la izquierda radical intenten constantemente construir y plantar en la tierra. Incluso han intentado quemar la granja de Nadav y Bat-El. Los bomberos, los hidroaviones y el ejército tardaron horas en extinguir un incendio. Su casa móvil quedó milagrosamente intacta.
Nadav y Bat-El se acuestan bien entrada la noche y se despiertan antes del amanecer. Algunas noches ni siquiera duermen porque alguien tiene que vigilar la granja. Los voluntarios suelen ayudar en las tareas de guardia y pastoreo, pero no siempre. Los animales siempre corren el riesgo de ser robados o sacrificados.
A pesar de todos los peligros, su granja prospera, aportándoles unos ingresos mínimos. Pero no lo hacen por dinero. Quieren glorificar el gran nombre de Dios en la Tierra.
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