Dina y sus cuatro hijos se enfrentaron a un terror inimaginable el 7 de octubre, cuando los terroristas atacaron Sderot, obligándoles a abandonar su hogar. Ahora, de vuelta en Sderot, viven bajo la amenaza constante del terror. Dina soporta toda la carga de su bienestar económico y emocional y necesita desesperadamente tu ayuda para reconstruir sus vidas.
Dina Hendler es una dedicada madre soltera de cuatro hijos de 20, 17, 14 y 7 años.
Trabaja como Directora de Aprendizaje Híbrido para una red que se centra en la innovación educativa en los institutos, un papel que encuentra desafiante y gratificante a la vez.
Durante los últimos tres años, ella y su familia han llamado hogar a la vibrante comunidad de Sderot, a la que se trasladaron desde Ashdod.
Pero, el 7 de octubre, sus vidas dieron un vuelco de la forma más estremecedora posible.
La noche del 6 de octubre, Dina y sus vecinos celebraban la fiesta de Simjat Torá. Los festejos debían continuar al día siguiente.
Sin embargo, hacia las 6:30 de la mañana del 7 de octubre, su mundo se hizo añicos por el sonido de las sirenas, un sonido que se había vuelto demasiado familiar, pero nunca tan constante e intenso.
En cuestión de segundos, Dina y sus hijos estaban acurrucados en su refugio, asustados por el caos. Dina intentó sin éxito ponerse en contacto con la policía, sin saber que la comisaría había sido atacada y muchos agentes muertos o heridos. Cuando el sonido de los disparos llenó el aire, quedó claro que había terroristas en sus calles, disparándoles.
Fuera había una escena de terror y destrucción.
Durante 15 agotadoras horas, Dina y sus hijos permanecieron escondidos en su refugio, paralizados por el miedo. La metralla de los misiles había dañado su coche, dejándoles sin escapatoria.
Finalmente, con la ayuda de los soldados, pudieron escapar. Dina envió a tres de sus hijos por delante y se quedó con su hija mayor hasta que consiguieron salir.
El viaje de Dina para salir de Sderot fue peligroso. Con las secuelas de los terribles atentados terroristas a su alrededor, esquivaron disparos e incluso tuvieron que volver a la seguridad del refugio. Finalmente, llegaron sanos y salvos a Jerusalén, donde los Hendler se alojaron temporalmente en una estrecha habitación con la madre de Dina. Más tarde los trasladaron a un hotel.
Adaptarse a la vida en Jerusalén fue todo un reto. La bulliciosa ciudad no ofrecía ningún sentimiento de comunidad o apoyo, y los hijos de Dina luchaban contra el trauma que habían sufrido.
Su hijo de 14 años estaba demasiado aterrorizado para ir al colegio, y el más pequeño tenía pesadillas que le dejaban llorando toda la noche. A pesar del apoyo que recibieron, el coste emocional y psicológico fue inmenso.
Tras varios meses, Dina y su familia regresaron a Sderot, con la esperanza de encontrar consuelo en su hogar. Pero los ecos de la guerra persistían.
Los niños siguieron durmiendo en el refugio, atormentados por los sonidos de las sirenas y los disparos lejanos. Las actividades cotidianas, como ir al baño, les provocaban ansiedad y miedo.
Dina se esfuerza por mantener una sensación de normalidad para sus hijos.
La triste realidad es que la familia Hendler es sólo una de las muchas familias de Sderot que están sufriendo. Muchos en Sderot resultaron heridos o muertos por Hamás. La mayoría de los habitantes de Sderot fueron desplazados, dejándolo todo por su seguridad. Ahora que han regresado, siguen viviendo bajo la amenaza constante de ser atacados con cohetes de Hamás.
Estas familias necesitan más que nunca tu apoyo y solidaridad para garantizar un futuro mejor para Sderot.
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