Servir comida a los más necesitados de Jerusalén
El primer día, pasamos la mañana en el comedor social Meir Panim de Jerusalén. Es un lugar increíble donde se sirven comidas en un ambiente cálido, como de restaurante. Nuestros campistas ayudaron lavando y cortando verduras, limpiando los utensilios de cocina, ¡e incluso pudimos servir parte de la comida!
Pudimos terminar el día con pizza que nos trajo el personal de Meir Panim como agradecimiento por el trabajo que hicimos allí. Todos los trabajadores de la sucursal de Meir Panim son personas realmente excepcionales y lo pasamos genial trabajando con ellos (¡y no lo decimos sólo por la pizza!). Ayudar en Meir Panim fue una forma estupenda de empezar el verano y todos los campistas dijeron que, sin duda, ¡querían volver!
Aprender de los mayores
Al día siguiente empezamos aprendiendo en la Torá sobre nuestra conexión como judíos con la Tierra de Israel. Luego tuvimos la oportunidad de devolver algo a la tierra ayudando a alegrar el día a sus residentes que quizá se hayan sentido olvidados. Nuestros campistas crearon cestas de comida para los ancianos que pasan sus días en Melabev, una organización sin ánimo de lucro donde las personas con diversas formas de demencia pueden ir a disfrutar de actividades con la esperanza de mejorar y añadir luz a su día.
Para que nuestros regalos fueran aún más personales, escribimos cartas a mano y las añadimos a cada cesta de regalo, ¡y la foto que nos envió Melabev cuando terminamos hizo que todo mereciera más que la pena!
Cuando fuimos a entregar las cestas de regalos a los ancianos, tuvimos la oportunidad de hablar con una de las voluntarias de Melabev y al hablar con ella no sólo nos dimos cuenta de todas las cosas increíbles que hacen en Melabev, sino que aprendimos una hermosa lección de vida.
Nos habló de que muchas veces, cuando hacen actividades con los visitantes ancianos de allí, unos minutos después los visitantes no recuerdan lo que hicieron. Aunque eso es duro, señaló que todo merecía la pena por la sonrisa que tenían durante la actividad.
Los campistas adolescentes debatieron sobre ello y se dieron cuenta de que no hay mejor manera de aprender y expresar realmente la importancia de cada momento de la vida. Los adolescentes aprendieron de los mayores: ¡no olvides vivir el momento!
Llenar una necesidad, llenar un estómago
Todos los meses, «Pantry Packers» entrega cajas con todos los alimentos necesarios y suministros para el mantenimiento del hogar a las familias y ancianos más pobres de Israel. Nuestros campistas les ayudaron llenando las máquinas y organizando, empaquetando y etiquetando las bolsas que contenían los alimentos. Vimos lo increíble que es la organización Pantry Packers y cómo trabajan día y noche, esforzándose al máximo por llegar al mayor número posible de familias hambrientas de Israel, para llevarles comida y añadir una luz a sus vidas. Al ver todo lo que hacen y participar en ello, nuestros campistas adquirieron un fuerte sentimiento de admiración por Pantry Packers y todo su personal.
Vivir el sueño
Al día siguiente, empezamos el día de la mejor manera: ¡rezando en el Muro de las Lamentaciones! Después dimos un paseo de cinco minutos hasta la Ciudad de David e iniciamos la visita aprendiendo sobre su relevancia bíblica. La Torá que estudiamos allí destacaba el sueño del Pueblo Judío de regresar a Israel y, por último, lo afortunados que somos de ver el cumplimiento de ese sueño mientras estábamos sentados en la Ciudad de David, en el corazón de Jerusalén. Nos sentimos tan inspiradas y verdaderamente afortunadas de vivir en Israel y luego atravesamos los túneles subterráneos, que fue una experiencia realmente genial y original. ¡Todas las chicas se lo pasaron en grande!
Plantar nuestras raíces en Tierra Santa
Hace años, un hombre pasó meses plantando árboles para dejar algún día un legado a sus hijos. Hace tres semanas, un incendio forestal en Jerusalén quemó todos sus árboles. Nuestros campistas tuvieron el honor de ayudarle a plantar nuevos árboles y, aunque hacía MUCHO calor, lo pasamos genial haciéndolo. Fue increíble poder dejar así una huella permanente en nuestro país. Pudimos formar parte literal y físicamente de la construcción de la Tierra de Israel.
Defensa de Israel
El personal de Israel365 dirigió una sesión de Zoom para nuestros campistas sobre el importante tema de la defensa de Israel. Aprendimos la importancia de defender a Israel y los peligros de las «noticias falsas» que se apoderan de los medios de comunicación y de las plataformas de las redes sociales, y cómo nosotros, como adolescentes, tenemos la capacidad de combatirlas. No sólo fue un taller superinteractivo y emocionante, sino que nos sentimos empoderados sobre cómo podemos marcar realmente la diferencia.
Estudiar la Torá desde otra perspectiva
¡El jueves por la noche tuvimos una actividad nocturna de locos! Empezamos la noche hablando con Donna Jollay, de Israel365, una mujer no judía que nos recordó lo afortunados que somos de estar en Israel. Nos mostró cómo el sueño de volver a Israel está escrito en toda la Torá y nos señaló que ¡estamos viviendo esa fantasía! Fue muy revelador. Terminamos la noche con una deliciosa barbacoa y una noche de cine, aunque lo mejor fue pasar el rato y conocer mejor a todo el mundo.
Ensuciarnos las manos
En nuestro último día de Campamento, llegamos a un edificio en ruinas del centro de Jerusalén. Nuestros campistas se unieron a «Tenufa Ba’Kehila» para ayudar a mejorar las condiciones de vida de los inquilinos del edificio pintando un apartamento. Tuvimos la oportunidad de unirnos a una organización excepcional, y aunque sólo fue por un día, realmente fue increíble poder participar en una iniciativa tan especial. Tenufa Ba’Kehila es una organización que ayuda a las familias más necesitadas de Israel a recuperarse y avanzar hacia un futuro mejor. Sus esfuerzos producen hogares decentes y seguros para familias merecedoras, creando un impulso positivo que les ayuda a salir del ciclo de la pobreza. Y realmente vimos esto en acción. Aunque nos ensuciamos las manos y la ropa, nuestros campistas se sintieron muy bien por haber podido ayudar a embellecer un edificio en ruinas pintando los pasillos. Y nos lo pasamos muy bien con los voluntarios de Tenufa Ba’Kehila mientras lo hacíamos.
